El Forastero Cofrade – De rodillas (Capítulo II)
«Si te pone de rodillas, al menos disfrútalo», es el mensaje que nuestro Forastero Cofrade manda a la Sevilla casposa que vierte su odio a un chiquillo que solo quiere mostrar su devoción a su Virgen de la Esperanza.
El Forastero Cofrade

… Y aún despuntaba la noche en aquel ferrocarril que tantas veces había usado para desplazarme. Estaba adueñado entre las páginas de un libro cuando de pronto se encendió mi móvil y volví a la actualidad patente de nuestra generación. De pronto, un mensaje en forma de fotografía se hizo patente: un muchacho en arrodillado ante la Esperanza (por cierto, hasta para hacer reverencias hay que tener arte). En el fondo me causaba risa la falta de conocimiento y la búsqueda de «trending topismo» de nuestra sociedad, ya que este muchacho se dedicaba a hacerse famoso a costa de “predicar” su devoción a María.
La sorpresa no era aquella, lo que verdaderamente me llamó la atención fue la muestra de odio que levantó aquella imagen. Tantos usuarios denunciaron la imagen ante los tribunales de la moral que evidentemente lo juzgaron como culpable. Como condena: mucha palabrería obscena y el rechazo a entrar en la gran logia caspista de Sevilla, todo ello me hizo gracia porque: ¿Cuántas veces nos hemos puesto de rodilla incorrectamente?
Nos arrodillamos ante una Sevilla cada menos cofrade que hace de un Domingo de Ramos o un Miercoles Santo una ratonera insostenible; arrodillados a un centro histórico donde no vive nadie, solo el fantasma de los recuerdos vividos; arrodillados ante juntas de gobierno que dejan fuera de misa a devotos como mamporreros de su devoción; arrodillados ante un empacho de devociones en cabalgata perdiendo el sentido de la madre y maestra; arrodillados a jartibles de las bandas más frikis que cofrades que por cuatro me gusta vende la exclusiva con más arte que el CM de un club de fútbol; clavando la rodilla ante toda clase de cortijos, verbenas, bufones y princesas de esta nuestra Sevilla, pero solo tenemos valor para señalar a un pobre chico aprendiz de ignorante.
Curiosamente más adelante, un par de señores hablaban sobre una dolorosa, lo que hizo que me despertara de tan reveladora reflexión. La luz del sol despuntaba entre las montañas de la serranía y yo volví a las páginas de mi libro.
Por cierto, dejo un nuevo refrán: “Si te pones de rodillas, al menos disfrútalo”.