«Aquí te pinto, aquí te mato»

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Me voy a dejar de rodeos innecesarios y de historias. Me he venido a San Julián a comprobar si es cierto que hay un nuevo atentado contra nuestra creencia. Pone: <>. Siete males tengo metidos en el cuerpo leyendo ésto, porque sé perfectamente quién lo ha hecho: un cofrade.

El Diputado

Me voy a dejar de rodeos innecesarios y de historias. Me he venido a San Julián a comprobar si es cierto que hay un nuevo atentado contra nuestra creencia. Pone: <<Mamador, marción, fuera ya>>. Siete males tengo metidos en el cuerpo leyendo ésto, porque sé perfectamente quién lo ha hecho: un cofrade.

Puedo escuchar vuestras opiniones acerca de que puedan haber sido otros individuos, por ejemplo, las escrituras que aparecieron en el lateral de San Roque el 8 y 9 de marzo que ponían «Muerte al Maxo» o «Ni dios ni amo ni marío», o las escritas el mismo Día Internacional de la Mujer en la sede de la Hermandad de la Mortaja en las que se podía leer lo mismo que la anterior. O también la tan mediática frase «La única Iglesia que ilumina es la que arde», que se puede relacionar con movimientos anticristianos.

Pintadas en San Martín / Foto: Vía Twitter

Aunque el culpable parezca evidente, no debemos generalizar la acción de un gamberro/gamberra. ¿Quién no conoce personas no creyentes que se emocionan al ver pasar un paso de palio? ¿O quién no sabe decirme un nombre de una mujer que se haya entregado 100% a su hermandad? Que un acto vandálico no manche los logros de un colectivo.

Pero a lo que vengo a referirme es a lo que ha pasado en San Julián. Me recuerda mucho a las que vimos en Los Panaderos con «Corpas Fraude». ¿Quién mejor que un cofrade sabe lo que sucede en el seno de una hermandad o las historias que pueden tener detrás de sí ciertas personas de nuestro círculo? Aquí tampoco he de generalizar como en el anterior caso, porque son determinadas personas que no han de portar el nombre de un grupo entero, pero mancha nuestra imagen. ¿Qué van a pensar, que somos un grupo de homófobos que se pelean entre ellos? Pues es lo que se está exponiendo al mundo.

El sexto mandamiento, «no cometerás actos impuros», y el segundo según el evangelio de San Marcos, «amarás al prójimo como a ti mismo», son bases para construir una sociedad respetuosa, más que cristiana, porque debemos partir desde eso mismo: el respeto. Si los mismos cristianos no hacemos caso a nuestros principios, ¿qué somos realmente?

Hemos de predicar con el ejemplo, pero de nada sirve si atacamos a nuestra misma comunidad. ¿Qué valores mostramos al mundo? De momento, el más parecido a aldeas del King of Legends que se atacan e intentan ningunear entre ellas

Palermo al suelo y avanzamos con el tramo, que tengo que comprarle una vitrina a mi Cristo vaya a ser que los vándalos éstos quieran escribirle en la cara una de sus frases motivacionales o de despechamiento por alguien, en vez de hablar amablemente las cosas.

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