«Cuando la historia está en peligro»
Raro es el día en el que este, vuestro diputado de confianza, no se recorra las calles del viejo arrabal de Los Humeros, santo y seña del barrio de San Vicente.
Raro es el día en el que éste, vuestro diputado de confianza, no se recorra las calles del viejo arrabal de Los Humeros, santo y seña del barrio de San Vicente.
Cada vez que paseo por la calle Dársena para llegar hasta la capilla, me vienen inevitables remembranzas de pasados doces de octubre, día en que el barrio se vuelve júbilo y jolgorio y los vecinos adornan sus casas al paso de la virgen por sus puertas.
En esa misma calle se produce uno de los momentos cúlmenes de la procesión, cuando José Juan Pérez Rodríguez, actual Hermano Mayor de la Hermandad, sube al balcón de su vecina Lola a cantarle a su virgen, a la de su infancia, la de su hermana, sus amigos, la de su madre y de su padre.
Acompañado por los bellos acordes de una guitarra española, José Juan estrena ante su gente el canto que tanto tiempo lleva ensayando y preparando. Por unos instantes parece que el tiempo del reloj se detiene en los punteos de la guitarra y en cada una de las notas de su voz.
Se preguntarán ustedes que por qué me paro a explicarles este momento (que aprovecho para recomendarles encarecidamente). Y es que este diputado sabe de buena tinta muchas de las cosas que acontecen en el seno de la Hermandad de los Humeros; y puedo afirmarles que no hay día que pase en que la Hermandad no haga lo posible por salvar su capilla, esa que tanto tiempo lleva amenazada por la posible construcción de un edificio de viviendas en el solar que está a su lado.
De ocurrir este hecho, los cimientos de la capilla podrían resentirse (como ya lo hicieron cuando se construyó el bloque de edificios anexo a ella) y podríamos estar hablando de una catástrofe.
Afortunadamente, la Hermandad mantiene constante contacto con el alcalde y su equipo de urbanismo, enfocados en hacer lo posible por salvar la integridad de su capilla.
Tan solo imagínense por un momento cómo sería el barrio sin su capilla. ¿Tendrían sentido los cantos a la virgen?, ¿las verdes guirnaldas que cada 12 de octubre engalanan la calle Dársena al son de «Macarena» del maestro Abel Moreno?, ¿las horas que gastan los jóvenes de la Hermandad en preparar todo lo relacionado con la salida?
Desde este humilde espacio que me brinda «La Trabajadera» ruego al Ayuntamiento de esta ciudad que se plantee seriamente la idea de poder echar a perder una de las señas de identidad del barrio de San Vicente, y por ello de Sevilla. Les pido que piensen en los hermanos, los vecinos, los devotos y en las Hermanas Clarisas Capuchinas del convento de Santa Rosalía que tanto quieren a su hermandad y a su virgen del Rosario.
Por eso y por lo que me une a ellos, me uno al grito de mis hermanos de Los Humeros: «NO a la construcción de un edificio en el solar».
Palermo al suelo y avanzamos con el tramo.
