Sevillanos, a las glorias
Ha llegado la época más bonito, el espacio de tiempo donde lo propio y lo distinto se hace presencia en forma de procesión, donde la vida sigue en cada calle y siempre tienes ganas de más… las Glorias de María.
El Diputado
Mi Semana Santa ha sido rara. No pude efectuar estación de penitencia. Al menos, mi junta de gobierno aguardó hasta el último suspiro y no me obligó a asistir sin mi túnica de nazareno. Pero nada, absolutamente nada, me privará del espacio de tiempo donde más disfruto. Ni mercado de fichajes (perdón, de bandas) o vacaciones en verano en Costa del Sol: el periodo de Glorias de María.
Esas procesiones que pasan desapercibidas pero son una delicia. Allí donde el fenómeno globalizador de nuestra Semana Santa, que queremos hacer única (tan única hasta el punto de ser una sola) no ha podido llegar. Donde las tardes de priostía o de convivencia no fomentan concentraciones de poder. Son lugares de paz y de fe.
Con mayo llegarán las primeras luces del mes. Deseando estoy de ver cómo la Candelaria de Los Pajaritos ofrece a Sevilla su tan peculiar forma de ser. Impaciente me hallo por ver a la Alegría de San Bartolomé pasar por las calles de una judería cada vez más «guirizada» pero acompañada por sabiondos del buen gusto. Ansiosa sería la palabra para definir mis sentimientos cuando, una tarde de julio de inmensa calor, la Virgen del Carmen, sea en paso, andas o por el mar, desata mi sentir. Qué gustoso es septiembre con la Divina Pastora de las Almas, u octubre con sus vírgenes del Rosario. El corazón se encoge cuando llega noviembre, porque la Reina de Todos los Santos o la Virgen del Amparo auguran el fin de un ciclo mágico.
Pero siempre hay un hueco en mi corazón para todas, absolutamente todas. El sabor a barrio que desprenden en Juan XXIII, Alcosa, Santa María la Blanca, Torreblanca o la Puerta Real. El encanto que envuelve a la Divina Enfermera de San Martín, la Virgen de los Reyes de los Sastres o la Salud de San Isidoro. Qué devoción es capaz de arrancar San Antonio de Padua en un barrio casi marginado, o el Sagrado Corazón de Jesús en Nervión.
Qué ganas tengo de que llegue el 26 de abril, donde Milagros Ciudad abrirá con su llave en forma de verso la puerta hacia la Gloria, hacia esa forma de querer y amar a la Virgen y al Señor de manera distinta. Y la devoción a los santos, que este año se estrena en San Hermengildo.
Milagros, entre rebujito, volantes y casetas voy a estar esperando el inicio de tu voz a las puertas de un periodo tan sentido e infravalorado. Disfrutaremos, como hacemos siempre, los cuatro o cinco gatos que sabemos dónde podemos gozar de las mejores cofradías. No soy pregonero, porque soy un mero diputado, pero suya será la palabra. Ese día, alzad la voz y exclamad: ¡Sevillanos, a la gloria!
Palermo al suelo y avanzamos con el tramo. Necesito hermandades de glorias en las calles. Faltan 16 días.
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